lunes, 6 de mayo de 2013

La criatura de la laguna.


"Estoy en un punto de debate metafísico. Tal vez sea la edad o solo la crisis, el punto es que encontré en un texto de Voltaire la locura suficiente para cuestionarme si mi vida no tendrá similitudes con las del autor y yo estaré destinado a dedicar mi alma fácilmente torturable al arte. Padezco una versión leve de trastorno bipolar, para el cual no consumo drogas ni ningún tratamiento, pero por momentos siento que debería hacerlo. No he ido a un psiquiatra, lo cual es una ironía considerando que mi madre es parte del gremio. Creo que regresar a ser yo mismo me está costando más caro de lo que pensaba. Durante los momentos que el alcohol  adormecía mi ser, podía por fin encontrar la paz que tanto he anhelado toda mi vida... Esos años de letargo emocional y mental dejaron serias secuelas en mi subconsciente, por lo que existen profundas lagunas en mis sentimientos que ni yo mismo reconozco. Algunas poseen una belleza comparable solamente con el Edén, otros son similares a los valles de Suiza, y otras son oscuras y malolientes lagunetas, como el futuro de algunos lagos de mi país. No soy una persona violenta, ni mucho menos, pero no puedo evitar tener accesos de ira, eso le pasa a todo el mundo, pero en especial ocurre en países como el mío, donde la desigualdad, la violencia y el dolor están a la orden del día...Mi miedo más grande es que me maten, que un imbécil con un arma y un cerebro humano tan desperdiciado, que solamente  usa para poder apretar un gatillo y medio balbucear algunos vocablos en una jerga incomprensible, cegue la vida de alguien tan importante como yo, más importante que 10,000 de ellos. No soy egocéntrico, solamente estoy diciendo la verdad. ¿De qué sirve alguien como ellos en la sociedad? ¡De nada! ¡De absolutamente NADA!...
Pero bueno, ya estoy perdiendo el control, y no es para eso que estoy acá. Volvamos a las lagunas. Había una de ellas que yo encontraba particularmente hermosa, porque sabía que en su corazón había un ser de innegable belleza, pero de largas garras y colmillos, que la protegía sin descanso. Sin embargo, ese ser me dejaba remojar mis pies en la laguna, y de vez en cuando bañarme en sus aguas refrescantes...eso sí, nada de beber el agua, porque su veneno me habría matado...en lugar de eso, me conformaba con filtrarla con hojas, rocas, ya sabe usted, esas conversaciones de rutina que se tienen con la gente en el trabajo...y así podía beberla sin morir de inmediato, sintiendo como la toxicidad me embriagaba lentamente.

Pronto, me enamoré como hacen todos, y poco a poco fui abriendo espacios en mi subconsciente para esa persona especial...ella era maravillosa, tan maravillosa que me ayudó a transformar las lagunas en valles llenos de recuerdos, en especial aquellas oscuras y malolientes...poco a poco, el monstruo fue sintiéndose amenazado. Lo veía encogerse de terror cada vez que ella amenazaba con pisar el valle de su laguna, pero yo lo calmaba diciéndole que podíamos confiar en ella...Un día, juraría que lo vi gruñirme molesto, pero pensé que había sido una idea mía nada más. Poco a poco, la laguna del monstruo fue quedándose sola, porque no me sentía preparado para dejar entrar a nadie aún. Sin embargo, ella insistía, y un día no tuve más remedio que dejarla entrar, gracias a un acceso enorme de ira que dió como resultado una semana de medicación intensa y de reposo...casi totalmente repuesto, decidí que era momento de presentarla con mi monstruo, pero este se negó a salir. Sin embargo, la dejó caminar descalza por la hierba suave del valle, y aún remojar los pies en el agua, no sin cierta aprensión. 
Poco a poco, las visitas de ella se hicieron más frecuentes y más placenteras, yo podía sentir al monstruo acercándose con curiosidad hacia ella...Un día, en que las dosis de antidepresivos y la hipnosis  fueron más fuertes que yo, desperté con un grito gutural desde dentro de mí. La criatura estaba avisándome que alguien estaba dentro, tratando se drenar la laguna, su casa, ¡Nuestra casa!. inmediatamente desperté, hecho una furia, golpeando todo a mi paso...Pude ver el terror en sus ojos, y eso me hizo retroceder. Sin embargo, cuando llegué a mi laguna, vi que estaba sucia, llena de barro, y en el poco líquido remanente, mi hermoso monstruo se debatía entre la vida y la muerte; con mis propias manos, volví a llenarlo de agua...

No volví a verla hasta mucho tiempo después, cuando mi amor por ella ya no era tan intenso pero seguía allí, ardiendo. La sola visión de su cabello, y sus ojos, encendió la llama de mi amor de nuevo. me habló, nos bebimos una café con caramelo de esos que cuestan un ojo de la cara, y me pidió que volviera a visitarla...De haber sabido cómo me traicionaría, nunca hubiese aceptado, pero no lo sabía. Poco a poco, fuimos volviendo a ganar confianza, y poco a poco también, fue pidiéndome que la dejara entrar en la laguna. Temiendo lo peor, opuse resistencia tenazmente, pero sus encantos y su dulzura dominaron los los aullidos espantados de la criatura, de la que gradualmente ganó la confianza de nuevo también...quisiera haberle dicho que no se puede confiar en los monstruos cuando uno huele a sangre. 

Un día, de nuevo, desperté con gritos, gritos desde dentro de mí. Pude ver, el veloz sucesión la escena más aterradora: Ella trataba de drenar la laguna junto con mi madre, y mi novia...yo tenía una novia, pero nunca la amé realmente, era un accesorio más en mi vida...La criatura, estática, observaba retrayendo los colmillos y las garras, y yo estaba atado en una silla hecha de ramas y hojas...el trío de mujeres estaba completamente ajeno a lo que acechaba en el fondo de las aguas, inocentes, las víctimas perfectas...el ataque no duró ni dos minutos, fue limpio, efectivo, al cuello...la primera en caer fue mi madre, la responsable de alimentar al monstruo tantos años..."

Fragmento del relato del esquizofrénico Luise Jung, cuando se le interrogó acerca del asesinato de su madre y su psiquiatra, en 1992. 

"Lo encontramos llorando sobre el cadáver de su madre, golpeándose el pecho y tratando de escupir...pudimos observar como vomitaba una gran cantidad de agua de olor dulce mezclada con antidepresivos, probablemente debido a que había sido dopado y sometido a hipnosis con propósitos médicos" 

Testimonio de los agentes que acudieron al llamado de la novia de Jung. 


"Me despertaron gritos, pero esta vez desde fuera...Estaba de pie, con un afilado cuchillo en mis manos, apuñalando a mi amor, a la mujer de mi vida, mientras esa que decía llamarse mi novia miraba impávida llorando y suplicando que parara, que no la matara...cuando pude reaccionar, vi que mis manos eran garras, y mis dientes colmillos, entonces me dí cuenta que la única laguna que había querido mantener era la del monstruo que vivía en mí pero que yo mantenía vivo porque tenía miedo de caer ante el monstruo de otros...Así fue como llegue acá, a que usted, amable doctor, escuchara mi testimonio para este juicio que ya se me ha hecho tedioso. Como habrá leído en el informe policial, me deshice de la laguna justo después de hacer la voluntad del monstruo, así que este murió, a menos que... olvídelo, no es nada. Creo que el tratamiento me sentará bien y podré volver a la sociedad de nuevo, una vez que se demuestre que no estaba en mis cabales cuando...usted sabe bien. Ahora, si me permite, debo volver a mi lectura, ya que estando en una celda realmente no hay mucho que hacer más que cultivar la mente. A veces, anhelo las lagunas para no tener que vivir con mi pasado, pero entonces recuerdo lo que puede crecer en ellas, y el pensamiento me abandona rápidamente. Espero que lo que pude contarle le sirva para sacarme de aquí. A menos que haya aprendido a vivir sin agua."

Fragmento del relato del esquizofrénico Luise Jung, cuando se le interrogó acerca del asesinato de su madre y su psiquiatra, en 1992. 

Tengo veintidós años. Y no sé qué carajos hacer con mi vida.